15 may 2014

Hoy simplemente, escribo.

Hoy quiero quedarme dormido hasta tarde. Y ver como la noche cae entre tus brazos, seguido de un manto de luces negras que iluminen tu rostro. Que irónico es todo.

Pensamos que la vida sigue siendo un juego de niños, que lanzar piedras al río sigue siendo divertido, y lo es.

 Que las nubes recrean formas para que las adivinemos, y que los huecos entre nuestros dedos tienen que estar rellenados por otros dedos, claro esta que no sean míos, ni tuyos.

Que hay dimensiones paralelas donde ni tu eres tu, ni y soy yo. 
Que los agujeros negros lo único que les pasa es que tienen mucha hambre, el espacio debe ser aburrido.

 Que la lluvia simplemente son las lágrimas de los ángeles, y que si avanzas por el mar, te caes en el horizonte, en el limbo.

Que hay hadas invisibles que nos protegen de las pesadillas, de los monstruos y de la oscuridad.

Hoy quiero recorrer las calles saltando a la pata coja, y tropezar, tropezar y tropezar, porque no he recogido la piedra para lanzar, lo siento, no entendía las reglas de este juego.

Quiero pintar un universo en cada pared, en cada esquina, en los suelos y en los techos.

Pensábamos que el manual de instrucciones nos preparaban para todo. Criar una rosa sin pincharte puede ser demasiado difícil, puede que imposible... no, imposible no, difícil, ayer me pinché tres veces.

Que de aquí a ahí, hay un allí de por medio.

Que en un mundo tan perfecto, algo tenía que salir mal. Y no eras tu, y no era yo. El mundo en sí, en su perfección, era imperfecto.

Intenté escapar de la noche, pero la luz me cegaba. Intentaba escapar del día, pero la oscuridad me confundía.

 Pensabas que el autocorrector podía corregir también los errores de tu vida, tremendo error, tan solo te los marcaba, y echabas la mirada a otro lado, y me mirabas con esa mirada perdida, y me preguntabas que era la vida.

Pasapalabra. 

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