Al principio todo parecía ir normal, se esperaba las miradas de la gente, las risas burlonas de algunas personas de la calle que pasaban y señalaban, como intentando desacreditar la identidad de una persona con las risas, pero Rafa seguía caminando firme, aunque sabía lo que le esperaria al llegar a casa. No tenía a su hermano para darle apoyo, ni lo quería, quería por una vez intentar enfrentarse a sus problemas él solo. Era la única decisión que había tomado por si mismo, y era su lucha.
Cogió las llaves y abrió la puerta. Era ya algo de noche cuando había llegado, así se aseguraba que sus otros hermanos estaban en la cama durmiendo, aunque sabía que podrían haber salido en cualquier momento. Tomó aire, nervioso, tembloroso.
- Mama... Papa... Soy Anastasia.
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