Cuando abrieron la puerta de la ciudad, y vieron entrar a un humano, un elfo y un enano, todos miraban ansiosos y expectantes, pues según leyendas antigüas, llegaría un grupo capaz de traer el bien y la paz a un mundo que se encontraba corrupto.
Lo que la gente normal no sabe, es que a veces las leyendas son... sólo leyendas.
Lo supieron tarde, cuando el acero de la espada del humano, las afiladas flechas del elfo y el pesado hacha del enano empezaron a asesinar a los habitantes de la ciudad.
Los pocos que habían quedado recluidos en sus casas no se atrevieron a salir, esperando que las cosas se calmaran. Niños, ancianos, hombres, mujeres, no hubo escapatoria para nadie, sólo los que podían correr más rápido. Ni el espadachín más hábil de la ciudad pudo contra el grupo.
- ¡Pueblo de Myrthel, agachad vuestras cabezas ante vuestros nuevos reyes, quienes, por gracia y honra de nuestro propio criterio, venimos a conquistar y doblegar a vosotros, a vuestros hijos, y a los hijos de vuestros hijos!
Al parecer los famosos héroes de la leyenda decidieron sembrar el caos y el miedo, intentar conquistar todo el Reino del Este y, de paso, disfrutar asesinando allá por donde pasaban.
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